El vaso de vidrio azulado
roto en pedazos
y la botella vacía presagiaban
bocas secas y cuerpos de tristeza
de nubes negras y descanso,
los años se habían consumido
como los peldaños de una escalera
atados de cualquier manera a dos palos
y a la vida en su sombrío destino,
con su hechizo fallado
que alimenta animosa
para cuando conoces su desengaño
casi sin darnos cuenta
nos devuelva a su tierra en silencio,
convertidos en recuerdos
recordando la belleza de la sonrisa
y el manto de como el llanto
alumbró algunos de nuestros días,
asi rezaba en el libro
que en cada uno habita
y resplandece en la estantería maldita
de una cruz en el cementerio,
donde las lágrimas habitan
por la memoria de tiempos pasados
que no fueron tan largos
como el presagio de una larga vida,
nostalgias vividas en sueños aprensivos
que te abrazan con el único sentido
de vagar en la extraña niebla,
conque la vida se muestra cuando
cedes el timón de tu barco
a manos que no saben cómo estabilizarlo…
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