
Pocas son las veces
en que la virtud de sorprenderse
se prende con la antorcha de lo afable,
una verdad expuesta en Joan
en las que la imaginación se esconde
por la sencillez con que embelesan,
de belleza eterna por su arte
en el que el retrato destaca
por la sencillez de sus trazos
y la inmortalidad de sus caras,
en un retrato de Joan
la acuarela se viste de fiesta
por la vida propia mesura en la mirada
y el alma embelesa que refleja,
una búsqueda de realidad en la belleza
plasmada con la lógica
que desprenden sus pinceles
haciendo vibrar los sentidos
por la destreza de su verdad…
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