Oigo rumores de cruzada
saliendo de cañones negros
fundidos con hierro
de minas esclavas,
vomitadas por los feos picos
de rapaces disfrazadas
con la sangre de sus víctimas,
también veo mujeres
con luto en sus miradas
tras el paisaje oscuro
que nos ofrece una vida,
plagada de desgracias
con el abuso de una pugna
en la que sale lastimado
el brazo que le amamanta
y ella misma que en su regazo
ofreció la suya,
sufro con esperanza cuando
de cerca el ser humano
sigue cavando caminos
sin muerte en sus miradas,
con la angustia refleja
por su número más grande
en la buena, que las cadenas
que sentencian al maldito,
entonces huelo el viento de la mar
cercano como primavera
como rasgueos de guitarra
que navegan sus crestas
con olor a limpio y nardos,
lejos de las tabernas
donde la muerte sella su huella…
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