No esperaba mucho de la gente
quizás no esperaba nada,
los años y su instinto presentes
en cada uno de sus actos
siempre hacia el mismo sitio,
un laberinto esculpido
por la maldad humana donde la envidia
fiel aliada de un poder esclavo
se escondía tras terribles alianzas,
donde lo importante
no era quien gobernara
si no la forma más adecuada,
para que el rico siguiera en la ola
y el pobre con el sacrificio
de mantenerla lozana
aún a costa de seguir respirando,
la poesía hermana
necesitada de las artes
ya no canta epopeyas
como en su nacimiento,
solo navega caminos vertiginosos
por los que se desliza
el prodigio del pan de cada día
y unas tristes paredes donde refugiarse
del frio y las maldades
con que erosiona el hambre…