Me duele
el fuego frio de la indiferencia
andando el afligido camino
en el que se pierden los amigos
los segundos en un reloj de arena,
me calman
las caricias con que me arropas
en las largas noches de escarcha
con las yemas de tus dedos,
acariciandome cada mañana
hasta que el sol sale entre los abetos,
me alegra
cuando a nuestros labios
no les importa el color de las estrellas
y se desestresan estrechos
pensando únicamente en seguir sellados
sin dejar que las palabras salgan
y siento pena
por momentos en los que el tiempo
fiel aliado en mi viaje hacia no se donde
se desvanezca por instantes
encendiendo la llama de mi miedo
y queme la cinta que une nuestros lazos...