Pensó le haría más humano
el prodigio de defenderse solo
y esto le transformó
en ingenio de la exigencia
un hombre solitario
capaz de la proeza del demonio
que de ángel pasó a diablo
por unos ideales tan añejos
como la mirada siempre hacia delante
con la retaguardia expuesta al riesgo,
no quiso ser devoto
para aventurarse en el lodo
de una vida de ermitaño
donde se olvidó de lágrimas y sonrisas
que ayudan a sobrellevarlo,
disfrutó de una libertad sin mandatos
ni cargas que le distrajeran
lo que le convirtió en el animal
que todos llevamos dentro
sin poder disfrutar de la ternura
que regala el afecto,
pensó que lo tenía todo
y sucumbió ante lo sencillo
que es la vida en solitario
sin pensar en lo tranquilo
que se vigila la espalda acompañado
hasta que se tropezó con la muerte,
una sacudida que en este estado
se pasa por alto
por creerse el más fuerte
Y que le hizo olvidarse
de su condición de humano...