Lo sufrió en silencio
aquel maldito instante
en que delante de sus ojos
quizás sin proponérselo
su mirada perdida
como cuando le miraba
a él tantas noches
cómplice de su alegría
buscándose la boca,
la luz de la luna testigo mudo
del engaño lucia pálida
como su cara y las lágrimas
que se deslizaban por su cara
sin la sal de otras veces,
él siempre la había amado
pero eternamente
le quedó grabado aquel retrato
que le dibujaron sus ojos,
ella alzada sobre sus zapatos
averiguando el sabor de sus labios
y él abrazándola
como mariposa perdida
en un océano sin floresta,
esta fue la última vez
que quiso verla
y en ella se dejó el corazón
con el que tantas veces
disfrutó queriéndola…