Cayó a sus pies como ciervo herido
que busca la forma de sacar la flecha
de su cuerpo ensangrentado
por el placer de sus caricias
y desalentado encontró en ellas
el fondo del infierno del que venía huyendo,
porque el amor duele en cada una de sus fases,
cuando aparece ponderando la coincidencia,
cuando se pronuncia humano por receloso
y cuando muere por el desengaño
de haber entregado todo pensando
que era algo para toda la vida,
siempre hay una clase de ausencia
que duele dentro del alma,
la que te recuerda que lo que hubo
fue amor del bueno, una carencia
que mantiene encendida la llama
y en sangre viva la herida
de haberlo dejado marchar sin lucharlo,
porque el amor cuando se pierde de vista
se vive como una cuchillada sin cura
que duele cada vez al recordarlo,
un cielo para quien lo prueba y lo comparte
sin importarle la lucha por los azares del camino
convirtiendo en eterno su aprendizaje
y aquel otro que por entendido no cree
en su ciencia y solo piensa que apagando
la llamita que lo prende disfruta
de esa maravilla, ignorando que no solo
se alimenta de besos y que la sonrisa
es la única guía que alivia todos sus riesgos…