Tu mirada de niña deseada
aquella mañana
se abandonó a la suerte
de viejos rumores y añoranzas
que flotaban decentes en el tiempo,
como el retrato de tu cara
contrastando el blanco de tu frente
con el vestido negro
que a veces arropaba tu cuerpo,
el helecho de tu pelo
balanceaba al viento
ocultando tu cara al tiempo
que de tu boca, esperanza
de cada uno de mis besos
lejana, brotaba una sonrisa
dulce como tu mirada
redonda de hembra
con olor a amapola,
dando color a una primavera
donde la suerte es roja
lejos del negro matiz de la muerte,
mientras el letargo de la noche
saluda con prudencia
la llegada de una nueva aurora,
nuestros cuerpos desnudos
y juntos huyendo del frio
pensaban en estrellas
en forma de pétalos
bajo un cielo anochecido
donde un reloj dormido
no contaba las horas
y el tiempo como en un cuento
de pañuelos blancos
cantaba en silencio
nuestros te quiero
al espejo donde se dibujaban
cada uno de nuestros sueños…