Esculpió su cuerpo como olas
entregándose a las rocas
con la suntuosidad del tiempo
dejando al descubierto
marcadas por un rostro plácido
de sonrisa eterna
mirando hacia un horizonte
que nunca se agota,
labios como relámpagos
iluminando un cuerpo sin vida
tallado en mármol
en un color sin límites,
apuntando hacia un espacio
por el que se estremecen
toda clase de astros
acabado en unas piernas
con alas de escándalo,
la izquierda atrevida
y en la derecha dejó marcados
los cuarenta y tantos tropiezos
que en forma de años la vida
le había regalado como recuerdos…