Cuantas aguas cruzaron tus mares
de soledad desgana y cuantas lágrimas
recorrieron tu cara haciéndote más fuerte,
muchas menos que auroras de la suerte
con las que se cuentan tus días,
naciste para vivirlos y a fe que lo haces
sin la esperanza de una eternidad maldita,
decidiste disfrutarlos con la alegría
de sonreírles cada mañana sin apegos
sin tan siquiera las ganas
de sentirte protegida sin batallarlos,
te iniciaste en este regalo llorando
y aprendiste que es luchando
lo que te dio calidad de vida,
hoy pasada la cuarentena plena
luchas por lo que quisiste riendo
sin ocultar tu mirada a los problemas
que fueron innumerables en tu camino,
saltaste simas de desengaños
y vadeaste ríos salvajes disfrutando
de sus aguas bravías despeinándote
sin apenas importarte el riesgo,
hoy regalas tu cuerpo únicamente por deseo
sabiendo que sin ser un terso
campo de amapolas en primavera
se convirtió en la despensa donde se sacian
las hambres de cualquier hombre
que quiera seguir tu camino sin amarrarte,
sencillamente amándote a cambio
del respeto que merecen tus habilidades…