La hace bonita el paraíso
en el que se mira
con una luna llena limpia
y las miles de estrellas doradas
en las que destacan
luces de bellos colores
mezcladas con su mirada
y el rojo cielo de sus labios
ardientes,
como su vientre entallado
en el que se pierden
la dulce noche
y el anaranjado de sus piernas
largas como hilera
con las que devora
la aurora de las ganas
y el ocaso primario
de cualquier objetivo,
fortaleza de juventud
efímera y hermosa
como cada una de las rosas
que adornan su pecho
con la alegría como lágrimas
que resplandecen sus mejillas…