Confieso que aunque a veces la espero
la decepción se adueña sin miedo
de una verdad que por evidente
ejercía de fantasma en mi cerebro,
por caminos plagados de niebla
donde la indiferencia siempre
es un presente, la amistad un otoño
y la suerte una estela que vuela
con la paz del viento entre sombras
desplegada por algunas personas,
que se esconden tras la imagen
de buenas y la envidia las debilita,
otras crucé lagos enfangados
pensando ahogarme y la dicha
del agua limpia cayendo
desde cielos grises y tormentosos
limpió el estigma del mal hábito
con que calificamos a gentes,
por sus ojos entumecidos
con lágrimas de fracaso
sin darnos cuenta del esfuerzo maldito
de su vida como esclavos
reflejada en sus retinas,
otras sigo caminos de flores
disfrutando de sus aromas
y me cansa la paz que los habita
volviendo a caer en la rutina
de ver caras amables porque
se pintan frente al espejo
y se depilan con la guadaña
afilada de los celos
y es que la vida a veces solo es eso
la mentira de un estanque lleno
con aspecto de agua limpia
y el lamento después de haberla bebido
sabiendo que la sana solo corre por el rio…