Cuantas caricias quedaron
en el arcón del recuerdo
y cuantos besos disfrutados
de los que apenas queda
y el sabor afresado de su tacto,
halagos consagrados
y abrazos desnudos
con los que se juega a quererse,
gritos de fiera exaltada
como fondo maestro
a la hora de amarnos
y el olor de tu piel
que quedó para el recuerdo,
cómo no me di cuenta
de que quizás no era el momento,
aunque me quedó bien seguro
que jugaba sin saber
que para ese conjuro
hay que verlas venir
y vivir preparado…