Que ligero el manto que rodea
cuerpos con el alma desnuda
y que tupida la desdicha,
cuando el destino te abraza
hacia un destino en el que la supervivencia
es la única luz que te alumbra
y los sueños son incapaces de distinguirla,
buscaba una senda tranquila
y tropezó con la piedra de la codicia,
pintada encontró la puerta
de las pasiones blancas
donde la desgracia se ceba
y se regresa al llanto que acaba en abrazos
y la enredadera de alcanzarlo todo
acaba en ráfaga marchita
con los dientes apretados
sobre almohadas tan duras
como las sabanas en que se cobija,
asi es como aparece sin guadaña
ni capa, pero con las entrañas negras
como la fosa donde se acaba.