La monotonía de tu sombra
sobre aquella pared encalada
tomó forma de dama destellante
con aroma a mármol bruñido,
en manos del artista que busca
la forma de eternizar el brillo de la mirada
que brilla como fuego sombrío
a una eternidad que no te maravilla,
el ojo eterno que te espanta
planeaba entre el miedo y el péndulo
de ese reloj que nunca se calla
como el horror de la sala vacía
que en forma de exposición
te recordaría cada fin de semana,
tú viniste a la vida para vivirla
con la alegría de tu sonrisa
y no hay estatua por mucho brillo
que luzca su mármol, comparable
a la paz serena de tu encanto
cuando abres y cierras los ojos
como mohín hechizante, ni boca
que se compare a la luna de tu brillo
que con su rio de palabras enamore
como los besos de tus labios
y el encanto furtivo de tu cuerpo
bailando bajo un sol disfrazado
de hombre enamorado con la languidez
de un corazón blando como soberano
del blasón de tus pechos
y la sangre corriendo por todo tu cuerpo…