No sé si fue milagro
o regalo de primavera,
tu mirada indecente
o tu secuela quien me desespera
en cualquier estación del año,
en invierno por lo que te pegas
en verano por como luces tu cuerpo
y en otoño por como tu talento
saca de mí el poeta
que hace brillar tus encantos,
coincidimos en aquella plaza
donde el agua jugaba con colores
y los naranjos con sus frutos
aliviaron las candelas
que sofocaban como teas
aquel recinto amurallado
que en forma de piel
rodeaba nuestros cuerpos,
desnudos como estrellas
acabamos en sus fuentes
despidiendo una primavera
en la que los sueños
dieron paso a las ventoleras
que desde entonces y cada día
nos despiertan juntos
con la alegría de querernos…