Eran solo cuatro las aves
que volando un cielo en calma
evidenciaban no conocerlo
por lo extraño de sus alas prestas
a alejarse de sus alrededores,
con la fuerza soberana del miedo
empujándoles desde muy lejos,
las ramas secas negacionistas
les deslumbraban arruinando
los silencios de su vuelo
mientras una fina llovizna
acariciaba su revoloteo
cargando como plomo sus alas,
la rabia insana por la esperanza
de alcanzar su nido
antes que sus trinos avisaran
a cualquier enemigo de sus retoños,
cuatro madres con el buche lleno
de retorno hacia sus escondrijos
con las alas empapadas
y las ganas puestas donde la vida
empezaba y la muerte acechaba
con ellas lejos, mientras
una sombría amanecida
acariciaba su vuelo…