Desde el aciago palacio
seguro en su trono
al rugido insólito
que le incitan sus discíplinarios,
el grito a los cuatro vientos
que a oídos de sus consignatarios
revivió momentos de gloria
bajo la ignorancia subsiguiente
de hacer crecer barreras de arrogancia,
pues lo dicho fue mandato
al cambiar el toponímio
mas que error supino,
es de hombres equivocarse
aunque una legión de asesores
le sugiera en sus decisiones,
denunció como injusticia
al igual que de boquilla
a su jefe de filas
erigiéndose como estandarte
en recuperar lo perdido
y el batacazo fue tan grande
que perdimos hasta lo prometido,
menos mal que les mueve
la misma sangre roja
porque lo que es seguro
es que de Baleares en Madrid
solo se tiene de referencia
por el lugar donde hay que ir
para con el rey tener audiencia,
ni los de ahora ni los de antes
encontraron el valor
para desprenderse del eslabón
que los tiene amarrados
a un sillón bien pagado,
antes que armados de enjundia
luchar primero a favor de la tierra
que les dio la vida
y después para la gente
que les saluda frente a frente...