Partía el tren despacio
con su ruido rutinario
hacia un destino previsto
incongruente, sin importarle
si el camino era caluroso o frío
en tiempos oscuros para su suerte,
no actos mujeres y niños
que sin rendirse se abandonaron
por la fuerza de unas armas
que provocaban su laberinto
mientras, una maraña uniformada
vigilaba el fuego de sus casas
miles de pájaros volaban lejos
llorando su desdicha,
quien sembrará sus trigos
quien curará tanto herido
quien cuidará sus nidos,
tanta sangre derramada
y quien parará aquella sangría
donde mueren las alegrías,
porque el que queda vivo
vivirá herido de por vida…