Caminé con pasos de furia
entre charcos de barro y agua
en días de tormenta
y bebí vino de taberna
me perdí
por veredas bien marcadas
y crucé sierras a lomos
de mulas lentas,
cavé la tierra y armé barcos
sin mástil ni velas
con los que superé oceanos,
descalzo crucé mesetas
y comí sangre congelada,
ahora desde la atalaya
de una edad avanzada
miro como el agua
baja sucia por los ríos
y me rio de las palabras
que auguran tiempos de frío,
de lo que nunca he oído
y de todo aquello que llama
a la muerte en una tierra
que se la trabaja con el desatino
de no considerarla vida…