Una bandada de palomas blancas
alzando el vuelo anunciaba
el final de un tiempo que nunca acaba,
mascarillas fuera parecía el anuncio
del fin de una cautela lógica y retadora
capaz de levantar una tormenta
de muerte donde el sol se esconde
tras nubes de impaciencia amarga
tan cargada de grises que encierran
bajo su sombra prescritos instintos,
fuerza hasta el punto de desconocerla
por la carencia de su uso,
paciencia en el delicado concepto
de saborearla dulce por su aspecto
que bajo luces de colores engancha,
miradas indirectas que besan
bajo el manto de una tela matizada
por el miedo a hacerlo con la boca,
unos tiempos difíciles donde los débiles
nos dieron lecciones de supervivencia
a costa de sus vidas con una sonrisa,
esperemos como anunciábamos
que todo haya sido a cambio de algo,
fuimos rápidos sin estar seguros
de que una vacuna nos guiaría
despacio hacia ese mundo nuevo,
donde la envidia y el enriquecimiento
fuese equitativo a nuestro trabajo
nunca al expolio de otros seres humanos,
un tiempo en el que el milagro de la vida
no sea subir a un bote salvavidas,
unos tiempos en que la ciencia
sea tan importante como la destreza
porque ambas son muy necesarias
para la mejor de la convivencia,
al fin y al cabo una vida
donde seamos simplemente humanos
sin el aditivo de las desigualdades…