Y seguiré capitaneando
la nave que ya tanto me cuesta
porque mis marineros
son los que menos
mientras pueda de nuevos proyectos,
sin arrepentirme ni culpar a las olas
de lo que dije enfadado
en cada uno de los naufragios
que hicieron complicado
mi atraque en puerto,
nunca viajé solo es por eso
que necesité respirar fuerte
cada vez que con las velas
destrozadas por culpa
de las telas en mal estado
que otros me vendieron,
tuve que enfrentarme a vientos
que me conducían directo
hacia un mar sin fondo,
un infierno sin estrellas
presidido por una gruta oscura
y el delirio de tantos sueños,
cuya única esperanza
es y será seguir navegando.