No hay beneficio por prudente
que sea, comparable a la vida
ni vida que se merezca
la esclavitud del trabajo
de unos cuantos que no lo utilizan,
No hay peor engaño
que el látigo que obliga
con palabras bonitas
y el deseo envenenado de la avaricia,
al igual que no hay trabajo bueno
que se haga por la penuria
de un sueldo que no basta
ni para pagar una casa,
el empresario que quiera
obreros creativos solo tiene
que ofrecerles tiempo libre
y el niño que llevamos dentro
hará el resto jugando,
con la recompensa
de que lo bien hecho
solo da lugar al respeto,
una cadena más grande
que la condena del trabajo,
pues no hay saldo más fértil
que la felicidad de un obrero …