Era una canción tan hermosa
que hacia temblar
en que mi pecho por latir tan ligero
inundaba de matices mis venas
dando a mi cuerpo alas
que me vibraban dentro
con la fiereza
de un te quiero sin fallas,
cada alborada mis deseos
eran montar nuestra alcoba
en una estrella sin rumbo,
pero la noche celosa
quiso convertirla en errante
para que no estallaran sus venas,
por el dolor que sentía
de no ser correspondida
por ninguno de mis besos,
la culpa de este desencuentro
nunca fue mía,
si no de los sueños que un día
me hicieron centinela de tus sonrisas,
cogí tu mano y con la mía
tejí un lazo de sueños
mientras caminábamos despacio
adornado por un nudo de ternura
jugando al amor sin prisas
y mirándonos como aquel día
en que lo único que salió
de nuestros labios
fue esa hermosa sonrisa
que ni el ángel caído
ha sido capaz de borrarnos...