Apareciste destapada
como terrón de azúcar,
tímida y despojada
tras la que te ocultabas,
despejaste de telarañas
mis labios sin apenas rozarlos
con la alegría de tus besos,
tus caricias pusieron
fin a la soledad
tras la que me fortalecí
para curar mis heridas,
abriste mis puertas
de par en par únicamente
con la suavidad de tus manos,
remendaste mis sueños rotos
sin promesas lejanas solo
paseando juntos y abrazados,
numeraste todas mis pecas
sin importarte aquellas
que brotaron por la pena,
cada día y cada noche
me alumbras con la chispa
que desprende tu mirada
cuando me recuerdas
todo lo que me amas,
me despojaste de mis miedos
adentrándome en lo prohibido
de tus silencios,
me suministraste en vena
toda la fuerza
que solo una mujer es capaz,
un amor con alma de poeta
instruido en publicar una letra
con el valor preciso
para que su rima siempre se lea…