Agotadora la lucha que mantenemos
contra el invencible tiempo,
esa a la que nos vamos rindiendo
distinguido enemigo de la paciencia
nos acompaña como insignia
pero le maldecimos e injuriamos
sin pensar que hacerlo
es la más clara señal
de que lo vamos perdiendo,
de impredecible final
y un mas que futuro incierto
el tiempo se nos va sin quererlo,
como el agua del mar
que a cada segundo se escapa
tras las olas sin parar,
de amigo no tiene precio
del olvido es puro amo
y de lo más divino como regalo,
el tiempo es el genio
impulsor de la felicidad
si se consume acompañado
de un interés compartido,
con el compañero ideal
es efímero,
pero aunque se gasta más deprisa
lo prefiero al tedio
y la mayoría de veces a esa soledad
que lo hacen eterno y depresivo,
un infierno con toda su intensidad...