De niño siempe pensé
muy adentro en forma de regalo,
uno tan solo que mereciera la pena
y al final me llegaron cinco
en figura de hijos,
una experiencia de vida
por la que repetiría a ojos cerrados
con la misma alegría,
una nube de sueños que descubre
el cielo con los dedos,
un paraiso de magia aprendida
sencilla como el brillo de una estrella
a la vez que complicada
cubierta de lágrimas y sonrisas,
un libro de cinco largos capitulos
que pretendo resumir en una poesía,
mi gran suerte fue que ésta misma
siempre estuvo presente
en tan maravilloso viaje,
madrugadas de lloros y lágrimas
que sirvieron para hacer mas fuerte
mi convicción de padre
regadas con sonrisas de tardes
de las que no cambiaría
ni un solo segundo
por todo el oro del mundo,
muchas veces agradezco la suerte
que supuso ser nacido de unos padres
ignorantes en estudios
pero máster en la educación de un hijo...