Torre de Sorihuela huérfana de castillo,
abandonada a la suerte de tus grietas
por la que se escapaban las voces
de unas marimantas buenas
con la riqueza a destellos de espíritu
frente a la abandonada casa del pueblo,
ruinas con sabor a antiguo
y a dolor de una gente furiosa
con el sabor esplendido de lo bueno
por pobre y dolido en sus entrañas
con el castigo del abandono,
hoy trono resplandeciente y cuidado
por aquellas manos que te mantuvieron
llenas de callos y miradas de frente,
plaza del ayuntamiento y su fuente
de ti embriagarme quiero
y del agua de la americana y los caños
nutrir mi alma y en la de la iglesia
lavar mis pies cansados del largo camino
cuando vuelva a verte,
camino que sube la cuesta
donde aprendí el oficio de poeta
rodeado de olivos y en su aire
la esencia a pluma antigua
como los versos que repasaba
con olor a incienso y campanadas
desconocidos y antiguos como tu enjundia
y bajo la sombra de los cipreses
de tu cementerio, meditar una siesta
sin homenajes que la desmiembren…