Muere el poeta
pero sus versos nunca se queman
pues para siempre
quedan grabados en la memoria
del que ama lo que siente,
los estantes siempre estarán llenos
para enseñarle al mundo
que poesía es memoria,
que para cada otoño
siempre llega su primavera
y que el fin del mundo
nos pillará habiendo leído
cada uno de los versos
que abrigaron nuestro paso
por este raído universo,
el día que entendamos
que cada libro
es una parte muy nuestra,
comprenderemos que a vivir
se aprende leyendo…