Naciste en mi cuando cruzaba
aquella calle
en la que nuestras miradas se cruzaron
que sigue intacta en mi recuerdo,
tus zapatillas blancas y tu pelo suelto
atrajeron la mía escudriñando
tu cuerpo que se adivinaba suave,
tu sonrisa de quien conoce
lo que sería besarse
en un destino lejano,
aquellos ojos oscuros que brillaban
a pesar del frio de aquella tarde
ibas sola me parecía,
hasta que descubrí tus manos
que buscaban algo que no entendí,
frente a frente nos miramos
como si ninguno quisiera dar el paso
mis rodillas temblando
y de mi boca eternamente cerrada
solo salieron aquellas palabras
con las que iniciamos
el paraíso eterno que disfrutamos,
“por favor, tú primero”…