El surrealismo imaginario
solo cabe en el lienzo del genio
con el valor añadido del grabado
donde la obsesión se libera
una crítica paranoica a la alegría
desde el mundo absurdo de los sueños
a la que pocos artistas se atrevieron,
lienzos cargados de sincronías
y de colores etéreos como el dolor,
porque las risas de la vida
siempre vienen saturadas
de extrañas grafías,
un arte de la sinrazón
a través del sabor del policromo,
Joan Gibert y su bendecida
condición de artista,
es fiel reflejo de todo
lo que hace grande al genio,
pintar y reflejar lo que muy pocos
son capaces de sentir y captar…