Subí hasta el cielo de tu mirada
para ver desde tus ojos
que era lo que miraban
y descubrí la alegría
con que observabas el deseo
por aquel barco de papel
con el que acariciabas
tus ganas por viajar lejos hasta
un cielo sembrado de alegrías
donde me perdía despierto,
subido a un caballito de madera
con la mente alerta y el tiempo
imprevisible del guiño
rondándome el juicio
como niebla que se dispersa
y te despierta al primer contratiempo,
así te perseguía en mis sueños
hasta que abría los ojos
y seguías a mi lado sonriendo…