Mientras el reloj timbraba el tiempo
nuestros cuerpos
como misiles exhaustos
pulverizaban
el hierro de sus agujas
borrando las cenizas del momento,
conservando para el recuerdo
cada una de las caricias
y besos por la importancia
con que se disipaban
sin apenas darnos cuenta
por la flojera
que revelaba a nuestros huesos
tú, perdida en el espacio
y yo intentando encontrar
ese universo que nos detuviera
para regalarnos despacio
aquellos minutos innumerables
en que exhaustos disfrutamos
de un cosmos inenarrable …