De muchacho cuando estudiaba,
cosa que solo hice
hasta los quince años,
el consejo que más me regalaban
era que me dedicase al periodismo,
circunstancias me condujeron
por diversos caminos
aunque por dentro sentí siempre
la necesidad de escribir,
expedía sin idea de gustar a nadie
espontáneo en papel que después rompía,
hasta que descubrí la alegría
que reflejaban algunos rostros al leerlos,
casi siempre me decanté por la poesía
pequeñas historias reducidas al verso,
quizás por mi carácter
retraído de pueblo que un día
aparece en una ciudad donde la gente
vive sin conocer ni a los vecinos,
un sitio donde es mejor no aparentar
insuficiencia y triunfar
es mejor simularlo con juicio,
ahí acabó en mi como sentencia
componer historias,
aunque a veces
sin entender su procedencia,
pero siempre con cariño y deferencia…