A lomos de un viejo Pegaso
al final de la cuesta
en lo más alto de la loma
me encontré con Baeza,
andaba por los once años
y mis recuerdos me llevan
a la plaza de Santa María
con el esplendor de su catedral
recinto donde respiré
las alegrías de San Felipe Neri
durante cuatro años,
con su fachada gótica de palacio
y a dos pasos su antigua universidad
por entonces
instituto de la Santísima Trinidad,
en el que cursé el bachillerato
y aun se respiran los aires de Machado,
recuerdo los paseos por sus soportales
en invierno repletos de niños
y por sus antiguas murallas
con vistas al rio Guadalquivir,
la iglesia de Santa Cruz
romana y vanguardia
de su reconquista,
la torre de los Aliatares
la fuente de los leones
las sotanas
de don Manuel y don Juan
y a tantos que como yo
con los ojos muy abiertos
disfrutaron de esta ciudad
y del regocijo de su seseo…