Con las alpargatas roídas
seguía el eco de sus propios pasos
gritando su nombre,
sombrero de cuero de vaca
en su cabeza y los miedos muertos
subía la cuesta
que le conducía a su casa,
atrás dejaba mil te quiero
estampados en su cara
mientras el miedo
le mendigaba una historia
que curtido en cien guerras
se presentaba herido,
un amor al que renunciar nunca quiso
le presentó batalla
dejándole el corazón malherido
y el fuego de lo mal hecho
corroyéndole el alma,
mientras la tristeza fastidiosa
le taladraba con su nombre
perforando sus orejas
avivó sus pasos como pájaro
herido en una tormenta,
huyendo del sin remedio
de un corazón que nada piensa…