Llegas sin ruido y en silencio
como okupa de un cuerpo
hasta formar parte sin permiso,
como rémora creces despacio
vives creciendo sin apenas
ocupar espacio como ceniza
de cenicero que solo ensucia
cuando se la respira y hace daño
si el viento de la vida te inhala
y te reinicias como fuego apagado,
siempre te creí valiente
por tu cercanía con la muerte
y por la fuerza con que matas
ahora se de tu cobardía,
por como actúas a escondidas
para no despertar sospechas
sabiendo que si se te deja
como mantis acabas con la savia
de quien te dio cobijo y alegría,
cobarde porque no sabes convivir
con el cuerpo que te regala vida,
cobarde porque te vuelves fuerte
en la agonía, sin caer en la cuenta
que igual que matas mueres,
al final solo eres uno más de tantos
que vive un perecedero presente
sin agradecimiento
al cuerpo que te mantuvo fuerte…
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