Fue entrando la noche
que una estrella ruborizada
aunque en segundos
quedó eclipsada
por la frescura de su mirada,
el cielo amordazado
la calle no existía
tan solo el rubor de sus pasos
caminando a mi encuentro,
mis nervios escondidos
tras mis pensamientos
ella tras el brillo de su mirada,
el dulce olor de su perfume
se percibía en el silencio,
apenas rocé su cara
reflejo de un sueño deseado
mitad verdad mitad mentira,
suerte que el momento
fue corto, de taquigrafía
y que la noche esconde las faltas,
la ausencia de ruidos
elevó cristalina su voz pausada
dulce como la miel
y tan femenina
que envenena cuando suena
tan cerca de mis oídos,
un sueño hecho realidad
pasajero en el tiempo
pero con la intensidad
de los buenos momentos
viviendo para siempre
como sueños en el recuerdo…
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