Que lejanos quedan aquellos tiempos
que con presteza cumplía los deberes
sin alianzas ni escaleras que me auparan,
ahora despacio y con menos maestría
cumplo con cada una de las enseñanzas
que el manejarme digno en la distancia
me mantiene vivo, agarrado a la barandilla
que bajaba deslizándome y ahora subo
agarrándome con las dos manos,
las calles se mueven diferentes a mi paso
como con ganas de prestarme
aquellos asientos de madera que pensaba
eran un estorbo y ahora uso
con la opulencia del que nunca tuvo,
la generosidad de la distancia
a la que siempre ganaba sin cansarme
se ha convertido en sueño ansiado
al que en aquellos tiempos daba de lado
librándolos, trotando detrás de las muchachas,
hoy hasta el correr del agua me parece
una ventura descarnada por el suelo frio
en el que inicia su recorrido
para al final posarse suave mezclándose
con la sal del océano sin buscar la gloria,
dejando los avatares de su recorrido
en la memoria de su viaje como caminante
que cansado llega a su destino pensando,
que no hay vuelta atrás tras alcanzar la mar
donde servirá de morada como ceniza
en una tierra estéril abarrotada de piedras…
Añadir comentario
Comentarios