Llevo unos días jugando
al juego del adivino
con la divina mala suerte
que cuando giro los dados
de un destino que no entiendo
por lo maldito de su hechizo,
un augurio que no comparto
ni en lo más íntimo de mis instintos
que me arrastran sin pedirlo
a todo lo contrario,
querido destino juega
a lo que te parezca
pero ten en cuenta
que para mí lo más divertido
es seguir jugando sin sentirlo,
al juego de seguir vivo
seguir enfrentándome
a esa suerte insociable
llamada vida de la que aprendí
que presentando batalla
hasta el más terrible enemigo
te esconde la cara…
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