Que poca gracia
la de la inexperta mano
que se ayuda de un piano
para lavar sin éxito las ganas
sin conocimientos ni armonía,
que poco arte
de todo aquél que recoge
en su mano izquierda la paleta
sin cultura de la pintura
y sin instrucciones
en la mezcla de colores
y que pena
de la pluma que se desflora
sobre el paño aterciopelado
de un papel en blanco
intentando componer poesía
sin el corazón herido,
los labios encendidos
el paraíso de la luna
cerrado al amor
y su corazón en llamas
no es un continuo llanto
a causa de la injusticia,
pero la pena más grande
para el mundo del arte
es aquella que nace
en el alma y no lo intenta,
porque seguro que en ese si
se encuentra la esencia…