Señora, le increpé¡¡,
que lindo el color de tu pelo
y que hermoso el calor de tu mirada
en el precipicio de lo obsceno
cuando la diriges hacia la nada,
que hermosa la tibieza de tu risa
cuando la dedicas despeinada,
cuando despierta el alba
y tu cuerpo se olvida del tiempo
anunciando que un minuto
solo es una medida y los años
apología innecesaria de lo perfecto,
la ingenuidad de tu pecho desnudo
el reloj que desde el corazón
me envuelve con sentimiento,
el deseo de volver al alcohol
en el que cada mañana
nos bañamos en silencio,
la luna tú, yo y un futuro
al que nos abrazamos sin el miedo
de saber que seremos ceniza,
pero seguirá sin importarnos
lo que la gente piense de lo nuestro…