
Durante muchos años jugó a ser niña,
sin pensar en un mañana
ni tan siquiera en las sorpresas
que le depararía una vida larga,
con el tiempo medido y un corazón
con el que había crecido para el amor,
esperando en las esquinas
vio correr su tiempo, pero sus ganas
esperaban intactas en sus sentidos,
bajo la almohada con un libro en blanco
al que llenaba de besos, sin decidirse
a disfrutar del embeleso de rellenarlo,
con el viento estrella de historias
que le surgían en cada uno de sus sueños,
su corazón esa gran coraza refugio
de tantas historias frustradas,
abrió por fin las puertas a esa aventura
en que coges el lápiz y disfrutas
del placer de escribir, legando tu sonrisa
de la misma forma en que en el silencio,
se acortan distancias y transformas en letras,
las palabras que la tristeza encierra
y que sirven como vocación de escritora…