Acaricié aquella flor de romero
cómo te acaricia el aire suave
en mañanas cálidas de primavera
sin tener contacto con el suelo,
porque sus aromas viajan polizontes
impregnados en su viaje ligero
como estelas que se pierden
entre los apagados grises del cielo,
mi mano indolente quiso tocarlo
pero ella bañada por el relente
alejó mis dedos con la premura
conque un cervatillo huye del peligro
pensando en su frio tacto
y el respeto en que lo hermoso
esta para mirarlo no para poseerlo,
al final enterré mis ganas
cavando en el huerto del respeto
y volví al pueblo pensando
¡¡¡ que bonito es el campo
cuando se le ama con gracia,
pensando en la fertilidad
que emana bien alimentado del agua
que comparte con las nubes del cielo¡¡¡…