Como rancios farolillos,
pasean mis cuitas
ennegreciendo mi mente
de disipados recelos,
convirtiendo en rapaces alimañas
todos mis pensamientos.
Ansiado nuevo día
devuélveme a antaño
devuélveme
mis alegres amaneceres,
mis ganas de lucha,
mi espada y mi caballo
porque para enfrentarme al hastío,
no necesito ni armas,
ni tan siquiera bravío.
Vida, quiero tenerte en deuda,
tan sólo una cosa
por lo que sentirme vivo,
no quiero fortuna,
ni remiendos de mendigo,
tan sólo déjame querer
hasta en la eternidad,
todo lo que he perdido...