Siempre que quiero escribir
la poesía más bonita del mundo
me acuerdo de que vivir
es medir mi tiempo contigo
y que la libertad para hacerlo
es disfrutar de nuestras sonrisas,
huir de lágrimas y castigos
vivir cerca del mar llenos de amigos
con los que vadear olas
para no morir solos en la arena
y escribir versos cada primavera
con caricias al origen del amor,
dedicar miradas bellas a la alborada
con palabras en forma de poesía,
viajar como orquesta afinada
con las ganas del corazón dispuestas,
hambrientas de llorar a la razón
por sus hojas limpias
como el vacío de recuerdos en un niño
y cada noche mirar estrellas
recordando que el dolor por su brillo
siempre es reflejo de la luz del sol…