Como aguja de punta fina
quedo clavada su espina
en la yema de mi dedo,
ella pensó que se defendía
y yo tan solo quería acariciarla,
al día siguiente desde mi ventana
quise verla pasar
pero al advertir mi sombra
giró la esquina y sin disfrutar
quede una vez más de su linda figura,
florida mujer esquiva
adornada de velo blanco,
un abril pensaste que te soñaba
y empezaste a tocar las campanas
para que despertara,
sin saber que no eran sueños
con quien te paseaba
sino en lágrimas de dolor
que mantenían mis ojos cerrados
por no poder devolverte la alegría
que tu risueña carita me regalaba
cada vez que te veía…