Entre gomila y plaza puente
en hotel Artmadans la tarde amarillenta
jugaba con el arte a escribir un poema,
con ilusión torera de entrada
rematada en el embrujo de la noche
una fiesta que no morirá mañana,
por la lozana mirada de su fachada
la mano de Jaime desde su tarima
y las ganas de Lluch como madrina,
lágrimas de alegría que se reparten
como rosa y azucena con el encanto,
de que no es vela lo que se enciende
si no el corazón que entra por vena
y desordena la razón con el regalo
de una eterna primavera,
al arte lo que hay que darle
y al ardiente desaliento el honesto
homenaje que lo refrena,
una tarde de cultura con el embalaje
de la sonrisa cubierta por el oro blanco
de su alegría, como legado…