Como gotas de rocío en la mañana
recorrían su cara un par de lágrimas
templadas, que en su recorrido
se enfriaban como escarcha
un amor en la distancia
sin caricias cercanas ni un triste
roce de labios que le hablase
de aquella dulce mirada
reflejada en un retrato que por gastado
se había convertido en reflejo del pasado,
las mejillas perdidas cubiertas
de un blanco consumido
como nevada cumbre en primavera
y la póstuma luz de su mirada
que había perdido su brillo de estrella,
la oscura mancha del tiempo
se había adueñado de aquella estampa
hace tiempo volcán encendido
que el fulgor de su mirada apagaba
con lágrimas de esperanza primero
y que el proceso de amarla sin caricias
borraba como se pierden las olas
cuando se abandonan en la arena…